Encuentrate a ti mismo

Nosotros, las mujeres, somos hechas para amar, para dar, para acoger, para hacerle placer al otro.  Es lo que hacemos cuando amamos a alguien.  Este deseo a darlo todo, hacerle placer al otro, acoger al otro es nuestra fuerza, pero también nuestra debilidad. Es por estos mismos sentimientos que somos facilmente manipuladas.

Me acuerdo muy bien como era cuando tenía 21 años.  Quieres estar con un hombre porque te gusta mucho.  Quieres pasar un rato con él. Pero no quieres sexo, no todavía.  Quieres hacerle placer, pero no quieres sexo.  Quieres un poco de afección, pero no quieres sexo.  No quieres rechazarlo, pero no quieres sexo. No quieres enojarte con él por insistir, porque tampoco no quieres ser rechazado por él, y no quieres herir sus sentimientos, porque lo quieres, pero no quieres sexo.  Terminas en aceptar más que lo que te deja cómoda, porque lo quieres, pero no quieres sexo.

Antes, la sociedad tenía reglas para proteger a sus hijas jovencitas, de buen corazón, amantes y generosas. Sabíamos que nos tocaba protegerlas y cuidarlas, no manipularlas y coger provecho. Pero hoy día a la sociedad solo le importa el amor sin límites (o más bien el sexo sin límites).  Todo lo que se ve en la tele, en las peliculas, en los libros nos habla de la libertad sexual e eliminar barreras y límites.  Hoy día, si pones límites, se te ve puritana y fría, anticuada y retraída.  Los padres se retiran de la vida amorosa de sus hijos porque "no es asunto suyo" lo que hacen los demás. ¿Entonces quien les va a proteger a nuestras hijas ahora?


Eres joven, etás enamorada y tienes confianza en este hombre, pero le das más que lo que quieres, porque piensas que puedes pararlo antes de que se pase algo más.  Pero él aprovecha de esta abertura para ir más lejos. Logras frustrarlo un tiempo en su empeño, algunos días, algunas semanas, quizas algunos meses.  Pero éstas reglas sociales, "prohibido encontrarse sola con él en la habitación" por ejemplo, o por lo menos "prohibido encontrarse en la habitación con puertas cerradas" si compartes un hogar con otros, son mojigatas y retraídas y nadie las cumple. Detrás de la puerta cerrada es fácil para él pedirte más, y reticente, cedes. Pero no quieres sexo. Y ya se lo has dicho, y él sabe, pero igual sigue tratando convencerte.Al final, cuando en fin te rindes, él está contento con si mismo.  Por fin tuvo lo que quería y supone que tu también estás contenta.  Porque, de egoísta, todo lo que ve es lo que él quería.  Mientras él se felicita por haberte dado lo que tu no sabías que querías, al fondo de tí, sientes un remordimiento profundo.  Lamentas haberte rendido.  Te preguntas como pudiste dejarlo pasarte.  Le hacías confianza a él, pensabas controlar la situación. Te sientes usada, como una puta. Tienes verguenza.  Quieres regresar en el tiempo y cambiar las cosas. Piensas que todo es por tu culpa.

Quizas ya no quieres estar con él, pero ahora que tuvieron sexo, tienes la impresión que te toca darle otra oportunidad, que te toca intentar construír una relación. Porque no eres esta chica, la que tienes un rollo de una noche. Porque, irónicamente, no lo quieres herir, al dejarlo enseguida. Pero la realidad es que se merece lo que le está cayendo por haberte presionado.  Pero no estas pensando claramente, porque el sexo nubla tu juicio.

La próxima vez que estan juntos, es todavía más fácil convencerte de nuevo, porque ya tuviste sexo, y con el tiempo dejas toda pretensión, porque ya sabes que no vale la pena tratar de decirle no.


Tal vez después de unos meses, o un año, se cansa de tí y pasa a otra cosa.  O quizas no se entienden más juntos y se dejan.  O te encuentras embarazada y él no quiere un hijo, entonces tienes que elegir entre ser madre soltera o abortar. Y no es únicamente el corazón que se te queda roto sino el alma también.  Esta parte de ti que no estabas lista a darle, que igual te tomó, nunca podrás recuperarla.

Con el tiempo, encuentras a otro hombre y piensas "ésta vez, será diferente".  Pero no lo es.  Porque a pesar de ser herida, todavía eres esta chica amante, amable, generosa, abierta, lista a hacerle placer.  Y todavía no te das cuenta que poner límites es la cosa sana que hacer. Lo que se te pasó la primera vez, se te pasa la segunda vez y la tercera vez, quizas una cuarta vez y una quinta vez.

Tal vez terminas por quedarte con alguién que nunca hubieras considerado para ti, porque piensas que se lo debes, por haber tenido sexo, además, por esta razón, el lazo emocional entre los dos es más fuerte, y tu juicio es más debil. Así es que te encuentras con alguién que no comparte la misma visión del mundo, que no tiene los mismos valores, las mismas prioridades.  Con los años, se te ve más y más cínica, una mujer que lamenta mucho haberse rendido. Deseas una mejor relación, pero sabes que nunca la tendrás, nunca con él.  No te gustaría nada más que regresar en el tiempo y cambiar lo que hiciste. Construiste murallas que rodean tu corazón porque las diferencias entre los dos te han herido tantas vezes. Has hecho concesiones que nunca quería hacer.  No has podido enseñarles tus valores a tus hijos como querías, porque sus valores a él son muy diferentes.  Ya no crees en el amor.  No es para tí.

Tal vez terminas soltera y cínica.  Quizas lograste separar el amor del sexo, y aprovechas del segundo sin rendirte al primero porque te has quedado herida tantas veces.  Ya no te dejas sentir nada más.  O quizas cortas toda relación con los hombres porque "son todos parecidos".  No les das a ninguno la oportunidad acercarse y supones que todos tienen motivos ocultos. Murallas te rodean y te has encerrado el corazón. Ya no crees en el amor. No es para tí.

Cuando escuchas corridos que a otras mujeres, jovenes, les han presionado para tener sexo en contra su buen juicio, sientes una profunda rabia, silenciosa y impotente, al interior. Sabes que no estas sola, sabes que eso se pasa por todos lados, y no hay nada que puedes hacer.  Quizas quieres protegerle a tu hija, pero la sociedad esta en contra de tí, y aún si no crees este mantra de hoy día que dice que lo que hacen no es asunto tuyo (si alguién le hiere a tu hija, es definitivamente asunto tuyo), y le pones límites, no es cierto que la familia de su compañero hará lo mismo. ¿Ella aceptará éstas reglas? O se ira por el mismo sendero que tu, temiendo pasar por puritana, fría, anticuada y retraída, destinada ser otra mujer cínica más que ya no cree en el amor? Que no es para ella?


No es demasiado tarde para cambiar las cosas, si nos acordamos frenar ligeramente las emociones sin construír murallas alrededor del corazón.  Somos hechas para ser mujeres amantes, generosas, abiertas en lugar de mujeres cínicas, amargas, sin esperanza, llenas de arrepentamiento. Es mejor buscar la felicidad dentro de si mismo, encontrar lo que enciende nuestra pasión, este talento escondido, este desafio personal, esta meta de vida, en lugar de buscar la felicidad en otra persona. Al buscar la satifacción en si mismo, podemos más fácilmente cuidarnos el corazón e evitar atarse demasiado pronto a una persona.

Al sentirnos a gusto en nuestra propia piel, es más probable que nos daremos límites sanos, que no haremos concesiones para estar con una persona y que eliminaremos las malas relaciones. Pero eso es algo que toma tiempo, y por esta razón, nos toca proteger y cuidar a nuestras hijas, mientras se descubren, y enseñarles a nuestros hijos lo mismo.

Aún en una relación comprometida de larga duración, la satisfacción se encuentra en si mismo, no es la responsabilidad de su esposo. Nuestra felicidad depende de solo una persona, nosotros mismo. A pesar de toda circunstancia, la satisfacción y la felicidad siempre son posibles si decidimos encontrarlas en nuestro interior. El amor no es siempre lo que pensabamos que sería cuando eramos jovenes, pero puede ser lo que procuremos que sea.

Y muchachos, cuando ella dice que no quiere,... realmente no quiere...

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